Entre las inquietudes frecuentes sobre las plantas de interior, están las preguntas de si ¿sus hojas se deben limpiar o no?, Y ¿Cómo se logra que permanezcan brillantes? Pues bien, acá te daremos unas consideraciones básicas para emprender esta tarea, que permita tener nuestras plantas en su mejor estado de desarrollo y presentación.

Lo primero a tener en cuenta, y como ya lo hemos mencionado en otras ediciones, es que no hay una regla general para el manejo de todas las especies y habrá especies que necesiten y les favorezca una limpieza
frecuente y, en cambio, hay otra gran cantidad que no lo requiere, ni se recomienda.

Consideraciones básicas:

Tener presente que las hojas son estructuras generalmente delicadas, cuya función básica es realizar la fotosíntesis y el intercambio de CO2 y oxígeno (transpiración y respiración), éstas últimas se hacen a través de pequeños poros u orificios llamados estomas, que cuando se tapan con polvo y otras sustancias afectan su funcionamiento. Por lo tanto, una limpieza más o menos frecuente, que podría ser cada mes o cada dos meses, favorecerá el desarrollo de las plantas, particularmente en sitios muy contaminados o con alta presencia de polvo en el aire.

Un truco muy efectivo, es rociar las hojas con agua, por medio de un atomizador, esto es replicar lo que ocurre en la naturaleza, cuando llueve, lo cual favorece la limpieza natural de las hojas y disminuye la acumulación de polvo y otras partículas. Este rociado debe ser preferiblemente cada 8 días, lo cual ayuda además a una buena hidratación de la planta. Tener en cuenta que esta práctica no es recomendable para cactus ni suculentas.

Otra de las características del follaje de las plantas es su textura exterior, existen hojas lisas, ásperas, unas con
rugosidades o martilladas y otras cubiertas por vellosidades o pequeños y delgados pelos, que los botánicos denominan como “pubescencia”. Las hojas lisas, serán susceptibles de ser limpiadas con una pequeña tela o felpa, bien humedecida, en tanto para las otras texturas será necesario el uso de pequeños cepillos o brochas delicadas, que no maltraten el follaje.

En cuanto al brillo de las hojas, es necesario tener en cuenta, que éste es una característica natural de las especies y hay unas con hojas brillantes y otras que son opacas, por lo tanto, pretender que una hoja opaca se vuelva brillante, no tiene sentido. El truco entonces, es aprender a disfrutar de las hojas brillantes y de las hojas opacas, sin que alguna de ellas sea más bonita que la otra. Es posible encontrar en el mercado productos para el brillo, y a veces se recomiendan otros productos caseros como la cerveza, el aceite, el vinagre e incluso la leche, pero si la hoja es brillante por naturaleza, basta con una limpieza frecuente con una tela humedecida, además que el exceso de dichos productos, podrán tener un efecto contrario y atraer incluso insectos indeseables.

Un truco muy efectivo, es rociar las hojas con agua, por medio de un atomizador, esto es replicar lo que ocurre en la naturaleza, cuando llueve, lo cual favorece la limpieza natural de las hojas y disminuye la acumulación de polvo y otras partículas. Este rociado debe ser preferiblemente cada 8 días, lo cual ayuda además a una buena hidratación de la planta. Tener en cuenta que esta práctica no es recomendable para cactus ni suculentas.

Hernán Dario Rincon
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