A lo largo de las diferentes ediciones de la Revista DeJardines, y para cada uno de los grupos de plantas presentados, siempre hemos tratado de recomendar las principales mezclas o tipos de sustratos que más favorecen a cada uno de dichos grupos. En principio, se parte del hecho de que los diferentes grupos e incluso las diferentes especies dentro de un género botánico, pueden tener hábitos o formas de crecimiento diferentes, y se han adaptado a distintas condiciones de suelo presentes en su lugar de origen y, por consiguiente, sus necesidades de sustrato son igualmente diferentes.
Haciendo una analogía, las personas de un mismo país, por ejemplo, como Colombia, a pesar de ser la misma “especie”, y utilizar los mismos ingredientes para preparar sus comidas, generan recetas y preparaciones totalmente diferentes en sazón y sabor, que compiten por cuál de ellas es la más apetitosa, pero que son respuesta a las diferencias de costumbres, culturas y medio ambiente donde se desarrollan.
Los suelos en su estado natural, son combinaciones de tres elementos básicos: Arcillas, limos y arenas, mezclados frecuentemente con materiales orgánicos proveniente de la descomposición de otros organismos, tanto vegetales como animales. Las proporciones de estos componentes determinaran la disponibilidad de nutrientes, micro organismos, humedad y aireación a la que se han adaptado las especies vegetales.
En las plantas encontramos desde plantas epífitas, como las orquídeas, bromelias y gran variedad de helechos, que se han adatado a sobrevivir sobre otros soportes, con necesidades mínimas, simples y sencillas de sustrato, pasando por grupos como los cactus y crasuláceas terrestres, donde el sustrato debe ser rico en arena para favorecer el drenaje, hasta grupos de plantas y árboles igualmente terrestres donde las altas cantidades de materia orgánica son indispensables para su desarrollo.
A continuación, presentamos un resumen de las proporciones básicas para preparar diferentes sustratos de siembra, que en algunos momentos denominamos como “Tierra abonada”, para los principales grupos de plantas ornamentales. Aclarando de antemano, que no son formulas estrictas, y que podrán ser modificadas según la calidad y disponibilidad de los respectivos elementos, o bien por la experiencia con una determinada especie.
Las cantidades que se recomiendan, se presentan en términos de volumen y no de peso, por ejemplo, en litros, galones, metros cúbicos o canecas, baldes, etc. Y no en kilogramos o toneladas, dado que estos últimos dependen en buena medida de la humedad que contengan en el momento de preparación.