Textos y fotografías: Carmen Emilia García Gutiérrez. Historiadora y jardinera de oficio.
Una vez me festejaron los poetas con un paseo en una barca florida. En el lago de Xochimilco se juntaron quince o veinte bardos que me hicieron navegar entre las aguas y las flores, por los canales y vericuetos de aquel estero destinado a paseos florales desde el tiempo de los aztecas. La embarcación va decorada con flores por todos lados, rebosante de figuras y colores espléndidos. Las manos de los mexicanos, como la de los chinos, son incapaces de crear nada feo, ya en piedra, en plata, en barro o en claveles. [1]
Las chinampas de las delegaciones de Xochimilco y Tláhuac, Distrito Federal, son un método artificial de cultivo prehispánico diseñado por los agricultores aztecas y utilizados por los mexicas para ampliar el territorio en lagos y lagunas del Valle de México, en zonas donde el agua es el principal recurso natural. La palabra chinampa, proviene del náhuatl chinampan, que significa “en la cerca de cañas”.
La construcción de la chinampa: delimitar el área que se quiere elevar, hincando estacas o carrizos en su perímetro. Ese cerco sumergido se denomina chinamil. Una vez construido el chinamil, se acarrea el material de construcción al sitio vertiendo capas de tierra alternadas con tiras de césped (O Atlapalacatl es una capa flotante de vegetación acuática mixta que cubría los sectores menos transitados de los canales) hasta lograr una superficie de 20 a 30 centímetros sobre el nivel del agua. Como las capas de césped son de material vegetal flotante, una vez depositadas deben ser sumergidas, lo cual se logra acumulando sobre ellas capas de tierra y piedras. Luego, el islote formado se cubre con una capa de tierra suave y fértil, y en su perímetro se plantan estacas del sauce local, el llamado ahuejote (Salix bonplandiana), cada 4 o 5 metros a lo largo de los bordes. En pocas semanas, los árboles han prendido y la chinampa se ha asentado lo suficiente para poderla trabajar. Puede haber variantes, pero lo importante es formar una plataforma estable y permeable, y que la capa superior que contendrá los cultivos, sí sea de buena tierra. [2]
Los islotes o chinampas son el escenario donde se lleva a cabo el cultivo, por lo cual son el elemento fundamental del sistema de agricultura chinampera. El objetivo al construir una chinampa es lograr una superficie apta para el cultivo que esté lo suficientemente elevada sobre los espejos de agua como para no anegar al islote, y al mismo tiempo, lo suficientemente baja como para que las raíces gocen de la humedad del suelo sin necesidad de depender de lluvias o regadío. [3]
De esta manera se desarrolló una policromía floral otorgada por la vastísima diversidad de especies nativas como tabaco, calabaza, floripondio, sinicuichi, acahual (girasol), acocoxóchitl (dalia), cempasúchil y cuetlaxóchitl (nochebuena), la cual solía fluir por los canales a nombre de Tláloc (dios prehispánico de la lluvia) y Xochipilli (príncipe de las flores, dios del amor, el juego, placer y arte). Sin embargo, el contacto europeo también trajo consigo brotes de alcatraces, claveles, gladiolas, rosas, manzanilla, hinojo, ruda y romero, entre otros, que enriquecieron la producción.[4]
En el 2013 llegamos a Xochimilco en la línea que viene de la estación de Cuatro caminos y culmina su recorrido en la Tasqueña, se conecta con el tren ligero que lleva a Xochimilco. Allí se emprende el viaje en trajinera por los canales y chinampas como lo hacen todos los turistas que como nosotros, queremos conocer y disfrutar de este paisaje ancestral. La trajinera es un tipo de embarcación de fondo plano hecha con tablones e impermeabilizada con una goma de petróleo que en México se llama chapopote. Sirve para el transporte de 10 a 25 personas y se usa en aguas tranquilas y poco profundas.
El recorrido por los canales tuvo dos momentos: el primero, le madrugamos al viaje e hicimos el camino más largo (que usualmente no lo hacen los turistas) de cuatro horas y vimos lo que era una chinampa, su proceso de construcción y los cultivos de hortalizas y flores y termina en la isla de las muñecas. El segundo momento, el regreso. Al regreso nos topamos con las trajineras repletas de turistas, músicos mexicanos, alimentos, bebidas y mucho ruido humano. Sin embargo, siempre perdurará un nostálgico recuerdo de armonía entre agua y vegetación.
[1] Pablo Neruda describió un paseo en 1940 y una trajinera.
Neruda, Pablo (1974). «México florido y espinudo». Confieso que he vivido. Memorias. Valencia: Círculo de Lectores. p. 171.
[2] González Pozo Alberto. (coordinador). Las Chinampas de Xochimilco al despuntar el siglo XXI: inicio de su catalogación. Casa abierta al tiempo. Universidad Autónoma Metropolitana. Xochimilco. Divulgación de ciencias y artes para el diseño. 2010. p. 90
[3] González Pozo Alberto. (coordinador). p. 87
[4] El fin de las chinampas: los últimos cimientos de México https://www.ngenespanol.com/naturaleza/el-fin-de-las-chinampas/