Una de las múltiples paradas obligatorias en Florencia es el Palazzo Pitti, una obra maestra de la arquitectura que encierra en sus murallas un lugar de ensueño; Los Jardines de Boboli. Un lugar que sorprende no solo por su gran belleza, si no por su gran variedad de espacios; cada uno más majestuoso que el otro.

Concebido inicialmente desde el siglo XVI, por el arquitecto especialista en diseño de jardines Niccoló Pericoli. Esta gran obra, ha sufrido modificaciones importantes por las numerosas ampliaciones del palacio, donde la construcción de estanques afectó las huertas agrícolas, los cultivos de cítricos y batatas, y un gran laberinto de cipreses. Hoy en día Los Jardines de Boboli reciben cerca de un millón de visitantes al año, y está declarado como patrimonio de la humanidad de la UNESCO.

Tuve la fortuna de visitar Florencia durante el verano del año 2011, y aproveché para conocer los Jardines de Boboli, “el patio trasero” del Palazzo Pitti. Este es un lugar que se destaca sobre toda la oferta arquitectónica, artística y museológica de esta ciudad y se caracteriza por ser un gran parche verde ubicado en el corazón florentino y que está catalogada como la zona verde más grande de la ciudad.

El Palazzo Pitti ha estado abierto al público desde el año 1776. Allí se cuenta con varias terrazas, desde las cuales se pueden disfrutar de vistas panorámicas de la ciudad, qué hacen que los atardeceres sean inolvidables, pero la más impresionante es la que ofrece la última de éstas, donde se observa la catedral de Florencia y el Palazzo Vechio.

Dentro de las especies que conforman el jardín, se observa una gran variedad de coníferas como pinos y cipreses, que son moldeados para generar patrones geométricos, aunque también se destacan los grandes especímenes de Quercus illex o encinos como se les conoce vulgarmente, y los túneles de Cherchiata grande, que son de gran deleite para los visitantes. Uno de los lugares más representativos del Jardín, es el anfiteatro, donde se encuentra un obelisco egipcio apoyado sobre cuatro tortugas, que fue llevado desde Roma por los Médici, una de las familias más importantes e influyentes de la historia de Italia.

De igual manera, los grandes atractivos que tienen Los Jardines de Boboli, es la gran cantidad de fuentes y lagos que se pueden encontrar al recorrerlos, asimismo las diferentes esculturas romanas y neoclásicas que adornan diferentes espacios. Una de las más impactantes es la que representa al Dios Neptuno, que se encuentra en la mitad de un lago artificial llamado “La vasca dell’isolotto”.

En lo alto del Jardín, se ubica el Forte Belverde donde están las instalaciones del Museo de la Porcelana, un jardín que cuenta con una variedad de rosas traídas de diversas partes del mundo y un gran cultivo de olivos.

Dicen que, para recorrer todo el jardín, se necesitan de 2 a 3 horas. Sin embargo, considero que para su total disfrute se requiere de todo el día. Es recomendable llevar hidratación y algo para comer, así como una buena cámara y la mejor disposición para dejarse sorprender por estos jardines de ensueño.

Fotografías cortesía de: Giuliana Guerra G. y Sebatian Gómez I.

Sebastián Gómez Ibarra
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