Las orquídeas constituyen un grupo con alto valor estético y alta demanda comercial, la pérdida de hábitats por deforestación y la extracción incontrolada de las poblaciones naturales, ha generado dramáticos problemas para su conservación al punto en que géneros completos como Masdevallia, se encuentran en estado crítico.

Las orquídeas pertenecientes a la familia Orchidaceae y representan el grupo de plantas con el mayor número de especies entre las plantas con flores (Angiospermas). Existen cerca de 35.000 especies en el mundo, de las cuales 3.300 aproximadamente se encuentran en Colombia, desde el nivel del mar hasta los 3.600 metros de altura. Constituyen así, uno de los grupos más llamativos debido a su gran variedad en formas, olores y colores y representan una de las grandes riquezas naturales del país.

La palabra Orquídea se deriva de ORCHIS, palabra griega que significa “testículo”. El término Orquídea fue propuesto por el filósofo griego Teofrastos quien las llamó así porque en la base de muchas de las plantas de orquídea conocidas para la época, tenían pseudo bulbos, generalmente dos, los cuales son parecidos a testículos.

Según la mitología griega Orchis, hijo libidinoso de una ninfa y un sátiro, durante la fiesta en honor del dios Baco, bebió demasiado y en estado de ebriedad sedujo y violó a una sacerdotisa. Los dioses le castigaron a morir devorado por las fieras. Sumidos en el dolor, sus padres suplicaron que le devolvieran la vida a su hijo y éstos accedieron a condición de que Orchis en su vida futura proporcionara satisfacción a los hombres. Así fue como devolvieron a Orchis a la vida transformado en una bella orquídea. Los griegos creían que comiéndose las flores de las orquídeas despertaban en su interior los poderes eróticos y la energía sexual del difunto Orchis.

La primera referencia sobre orquídeas americanas se encuentra en el “Codex Badianus”, un tratado de plantas medicinales aztecas, escrito en 1552. En este libro se describe la vainilla; con el fruto de esta orquídea se preparaba el tlilxochitl, una poción usada como perfume, especería o medicina.

Muchas de las orquídeas crecen de manera silvestre sobre los árboles (epifitas), en piedras (rupícolas), en el suelo (terrestres) o sobre troncos en descomposición (saprofitas sin clorofila); generalmente son plantas pequeñas con flores vistosas solitarias o agrupadas en número reducido.

José Jerónimo Triana

La variedad denominada “flor de mayo” o Cattleya Trianae, nombrada en honor al botánico y naturalista José Jerónimo Triana Silva fue escogida como flor nacional según concepto emitido por la Academia Colombiana de Historia el 16 de noviembre de 1936. La tarea de encontrar y proponer la flor nacional de Colombia se encomendó al médico y naturalista Emilio Robledo quien la seleccionó por su extraña belleza, destacando que en el pétalo central exhibe los colores de la bandera colombiana que contrastan con el color lila de los demás pétalos. Dicha especie es la más tradicional y el principal referente popular de este grupo de plantas.

Catleyas

Textos y Fotografías: Manual de Cultivo de Orquídeas 5ª Edición 2011, cortesia Sociedad Colombiana de Orquideología (SCO).

El género de orquídeas más conocido y común entre los aficionados y los cultivadores comerciales es el de las Cattleyas. Este género lo componen unas cuarenta y seis especies, todas originarias de la América tropical. Este género fue nombrado en honor a William Cattley, orquidólogo aficionado inglés, por el reconocido paleontólogo, naturalista y botánico inglés John Lindley, y publicado en 1821. Entre ellas se distinguen dos grupos: las Cattleyas que producen una sola hoja o labiatas y el grupo de las bifoliadas. Las primeras producen flores más grandes y vistosas. Las bifoliadas son más pequeñas, de segmentos más angostos pero con un mayor número de flores en cada ramo y más vigor generalmente.

 

Requerimientos para el cultivo

Temperatura

Las Cattleyas prefieren los climas medios, con temperatura de 25 a 3O °C (77 – 86 °F) en el día y noches frías entre 14 y 16 °C (57 – 61 °F). Es importante una diferencia grande de 10 a 15 °C (20 – 25 °F) entre las temperaturas del día y la noche, este es uno de los factores que ayudan a inducir la florescencia.

Luz

Este es uno de los factores más importantes para tener una buena planta y especialmente una florescencia adecuada. La cantidad de luz debe estar alrededor del 60 %. Cuando es insuficiente, las hojas toman una coloración verde oscura, son alargadas, los renuevos son débiles y si por casualidad florece en condiciones de poca luz las flores son pocas y endebles.

Humedad

Las regiones donde abundan las Cattleyas presentan una humedad relativa bastante alta entre el 60 y el 80%. Las lluvias son frecuentes y relativamente bien distribuidas durante el año, con una época de sequía bastante arcada, pero no total, que se prolonga por espacio de dos o tres meses durante los cuales no llueve, pero se mantiene alta la humedad y aún se deposita sobre las plantas un rocío denso, que las conserva.

Cultivo

Más recientemente se viene utilizando potes de barro cocido, plástico, corteza de pino pátula y sombras artificiales.

Por su crecimiento natural, en forma epifita, es en los árboles donde se obtienen los mejores ejemplares y con cuidados mínimos, casi no es necesario regar, y la lluvia en un invierno crudo no causa efectos dañinos, por la facilidad con la que el agua escurre. En los árboles, se hace posible la división frecuente. Sin embargo, las flores se deterioran rápidamente a causa de la lluvia, el viento y el sol. Por lo tanto no resulta práctico para quien desee utilizar las flores o persiga fines comerciales.

Recipientes

Las canastas de alambre o de madera, cubiertas en el fondo y los lados con malla delgada, acícula de pino o fibra de coco y utilizando corteza de pino pátula picada, permiten un buen drenaje y aireación de las raíces. El cultivo de la Cattleya en potes de barro o plástico es relativamente nuevo. Resulta práctico por su fácil manejo y el poco espacio que requieren las plantas, pero exige mayores cuidados e instalaciones más complejas. Los potes más aconsejables son los de barro cocido pero sin pintura exterior para que conserven la porosidad, y con varios huecos en el fondo para efectos de drenaje y aireación de las raíces. Para una planta adulta, digamos con cinco pseudobulbos bien desarrollados, el pote plástico aconsejable sería el N° 14 (13.5 x 11.5 cm) o el N° 17 (17 x 15 cm). En general es preferible usar un pote pequeño a uno excesivamente grande.

Los potes de plástico han obtenido gran aceptación últimamente. Son más livianos y baratos, requieren menos riego porque son impermeables y son más fáciles de desinfectar. Se usan mucho los de 12 a 17 centímetros de diámetro. No es aconsejable si se utilizan ambos tipos de potes mezclar en el mismo cultivo, potes de barro y plástico, pues su comportamiento con el riego es muy diferente.

Ha dado muy buenos resultados sembrar las Cattleyas siguiendo el sistema usado en algunos invernaderos de las zonas templadas, y es más o menos así: en el fondo del pote se coloca un cuadrito de anjeo plástico con el objeto de impedir la entrada de cucarachas, por los huecos para el drenaje y luego se coloca una capa con pedazos de gravilla, algo de carbón de leña y/o icopor (para que haya aireación y se facilite el drenaje). El resto del pote, se llena con pedazos de corteza de pino pátula de 2 a 2.5 cm (0.8 ~1”), bien compactada y hasta un centímetro por debajo del borde.

La planta que se va a sembrar se coloca sobre la corteza de pino pátula, sin enterrarla y fijándola en la posición deseada con ganchos de alambre o atándola a una varillita de madera o de bambú. Al colocar la planta en el pote es preciso observar que los bulbos más viejos queden hacia el borde y la parte más nueva hacia el centro, de manera que pueda crecer y extenderse por varios años.

Otra manera y quizás la más fácil, efectiva y además barata para cultivar Cattleyas es amarrándolas con firmeza a un pedazo de tronco. Se toma un trozo de madera de totumo (Crescentia cujete), cafeto (Coffea arabica), güitite (Acnistus arborescens), ciruelo (Spondias purpurea), de unos 50 cm de longitud y 8 a 10 cm de diámetro. Cuando las raíces han salido y se han extendido suficientemente pueden fertilizarse aplicando al tronco una capa delgada de estiércol de vacuno, cada 4 o 6 meses. Una buena época para la resiembra es inmediatamente después de haber florecido o se haya desarrollado el renuevo, puesto que va a iniciar la producción de raíces, así al año siguiente ya estará completamente establecida.

Las plantas recién resembradas, deben colocarse en un ambiente más sombreado y con frecuencia mojar el follaje sin humedecer mucho el medio, hasta que comiencen a aparecer las nuevas raíces. Cuando ya hay raíces esparcidas por el medio, debe dárseles un poco más de luz y regarlas con más frecuencia.

Fertilización

Una aplicación semanal, empleando abonos químicos solubles en agua en proporciones de 1/2 gramo por litro y una fórmula tal como 30-10-20, ayuda notablemente al crecimiento de las plantas. Solamente cuando las plantas inician la formación de los botones florales se recomienda cambiar la fórmula del abono a uno más alto en fósforo y potasio, algo como el 10-30-20 ó 10-20-20. Se obtienen también muy buenos resultados con el uso cuidadoso de abonos orgánicos, como el aceite de pescado, el té de estiércol de vacuno o la gallinaza.

Riego

El agua debe ser lo más pura posible, es aconsejable regar en las horas de la mañana. Debe tenerse en cuenta, que estas deben secarse entre riego y riego, por lo tanto la frecuencia de riego está determinada por el tipo de pote, el sustrato utilizado y la época climática, de tal manera que en invierno una sola aplicación de agua semanal es suficiente, mientras que en verano esta puede estar entre 2 o 3 veces.

Sergio Mejía Palacio
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